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//-->El novio de otraCarolyn AndrewsEl Novio de Otra (1998)Título Original:Manhunting in Maniatan (1998)Editorial:Harlequín IbéricaSello / Colección:Súper Bianca 33Género:ContemporáneaProtagonistas:Holt Cassidy y Carly CarpenterArgumento:Después de haber pasado dos años estudiando las costumbres decortejo en un primitivo poblado, Carly Carpenter necesitaba un hombre…Así que cuando volvió a Nueva York para asistir a la boda de su hermana,estaba decidida a encontrarlo. Lo que no esperaba era que su hermana ya lehubiera escogido un novio… y mucho menos que fuera su prometido.Holt Cassidy, futuro presidente de Carpenter Enterprises, no estabaen absoluto ilusionado con su próxima boda, arreglada por cuestiones denegocios. Así que cuando su prometida se fugó con otro hombre, dio porroto el contrato. Pero Carly, la cautivadora y tentadora Carly, estabadecidida a sustituir a su hermana. Y Holt no sabía si iba a ser capaz deanteponer los negocios al placer.Carolyn Andrews – El novio de otraCapítulo 1Carly jamás le había hecho una propuesta de matrimonio a un hombre. Esa yaera razón suficiente para estar nerviosa. Y hundir el pie en un charco nada más salirdel taxi no podía decirse que fuera buena señal.Miró con el ceño fruncido su pie empapado. Carly Carpenter creía en ese tipode señales. Pero no lo suficiente como para permitir que dirigieran su vida. Cuadrólos hombros, enderezó la espalda, se ajustó la mochila y caminó con paso decididohacia la puerta del edificio en el que se encontraba el apartamento de Holt Cassidy.Tenía que ignorar los malos augurios y concentrarse en lo que debía hacer.—Convenceré a Holt Cassidy de que se case conmigo —dijo en voz alta. Si serepetía aquella afirmación suficientes veces, podría llegar a verla como algo más real.Y quizá incluso sucediera. Pero cuando estaba a medio metro del portal, sintióquebrarse la confianza que había conseguido apuntalar tan cuidadosamente duranteaquella noche de insomnio.¿De verdad pretendía llamar al apartamento de un hombre a las siete de lamañana y proponerle matrimonio? ¿Se habría vuelto loca?Era una pregunta que se le había pasado por la cabeza en más de una ocasión.Sobre todo desde que había llegado a la sorprendente conclusión de que deseabacasarse. Por supuesto, como antropóloga que era, estaba familiarizada con launiversal necesidad de los humanos de encontrar pareja. Pero durante mucho tiempose había creí do inmune a ella.No era que tuviera nada contra el matrimonio en general. Pero hacía ya tiempoque había decidido reducir su conocimiento sobre el mismo a un ámbito puramenteacadémico. Había perdido a su madre cuando sólo tenía quince años. Y habíaaprendido de primera mano lo que era educar a una niña de diez años y apoyar a supadre. Cuando otras jovencitas de su edad soñaban con el príncipe azul, ella soñabacon la independencia. Y después de haber tenido que posponer los estudiosuniversitarios, cuando había accedido a ellos, había llegado a la conclusión de que lavida académica le podía proporcionar todo lo que necesitaba.Hasta muy recientemente.Últimamente, había comenzado a sentirse inquieta. Al principio, lo habíajustificado diciéndose que tras dos años haciendo un trabajo de campo en la isla deManilai, estaba aburrida. Pero cuando había llegado la carta de su hermana Jennapidiéndole que fuera la dama de honor de su boda, aquella inquietud habíacristalizado en un sentimiento diferente. En los celos. Unos celos que la habíandejado perpleja.¿Qué demonios le ocurría? Acababa de cumplir treinta años. Quizá su relojbiológico estuviera dando la voz de alarma. O quizá, al vivir en una pequeña isla delos Mares del Sur estudiando las costumbres matrimoniales hubiera terminadocontagiándose de la necesidad de buscar una pareja.Escaneado por Jandra y Mariquiña y corregido por ParisNº Paginas 2-119Carolyn Andrews – El novio de otraEn cuanto llegó al portal, se miró en el reflejo de la puerta de cristal y sacudió lacabeza. Shakespeare siempre culpaba de todo a la locura lunar. Quizá así se pudierajustificar que estuviera a punto de proponerle matrimonio al prometido de suhermana.Cuando Jenna había llamado a la puerta de su habitación en medio de la nochey le había confesado que pensaba plantar a Holt Cassidy y fugarse con su verdaderoamor, Carly había deseado que aquello fuera una pesadilla. Pero no lo era. Y aunqueJenna se había negado a revelar tanto el nombre de su amante como el lugar al quepensaban ir, había descrito sin ahorrarse detalles el papel que le correspondíarepresentar a su hermana en aquel drama.Carly todavía veía a Jenna, sentada a los pies de su cama, irradiando felicidad ydiciéndole que en vez de ser la dama de honor el viernes de aquella misma semana,iba a ser la sustituta de la novia.Lo había dicho con una tranquilidad pasmosa. Y lo peor de todo era que Carlyse había mostrado de acuerdo con su plan.Evidentemente, se había llevado una fuerte impresión. Todavía estaba enestado de shock. Esa era la razón por la que tenía los pies fríos y le temblaban lasmanos.En ese momento, comprendía perfectamente a su hermana. Al igual que ella,deseaba, más que ninguna otra cosa en el mundo, salir huyendo de allí. Pero no parairse de luna de miel. No, a ella le bastaría con tomar un taxi, volver a su casa ymeterse en la cama hasta que alguien la despertara de aquel horrible sueño. Pero esono iba a suceder.Estuviera o no en estado de shock, iba a ocupar el lugar de su hermana. Lassituaciones desesperadas requerían de soluciones desesperadas. Pero antes demeterse en la boca del lobo, convendría que revisara su estrategia.Así que dio media vuelta, cruzó la calle y se acercó hacia la esquina, desde laque podía contemplar una hermosa vista del río Hudson. Viviendo en la isla habíaaprendido que la vista del agua ayudaba a pensar. Holt debía de tener una vistaexcelente del río desde su apartamento situado en el decimoquinto piso. Por uninstante, mientras contemplaba la bruma gris que se elevaba del agua, Carly tuvo lasensación de estar contemplando su propio futuro.Era ridículo. Tenía que hacer lo que le había prometido a Jenna. Al fin y al cabo,era la solución para los problemas de su familia. Carly no pudo evitar que asomara asus labios una sonrisa al pensar en Calvin Carpenter, su padre. Había convertido unmodesto negocio de infusiones y bebidas en Carpenter Enterprises, una exitosacadena de alimentos sanos y naturales.Carly se metió las manos en los bolsillos y comenzó a caminar de nuevo. Si sumadre no hubiera muerto, las cosas serían diferentes. Su padre no habría tenido quecombatir la tristeza dedicándose por entero a los negocios. Con menos presión,posiblemente se habría librado de la operación a corazón abierto a la que había sidosometido seis meses atrás. Y Jenna no tendría que haber aceptado un matrimonio deconveniencia para asegurar el futuro de Carpenter Enterprises.Escaneado por Jandra y Mariquiña y corregido por ParisNº Paginas 3-119Carolyn Andrews – El novio de otraPero pensar en ello no iba a resolver sus problemas. El hecho era que el médicole había aconsejado a su padre que cediera las riendas de la empresa, y la personamás indicada para tomarlas era Holt Cassidy.Por lo que Jenna decía, el pasado de Holt era un misterio. Calvin había dejadocaer en una ocasión que Holt se había quedado huérfano a los cuatro años y quehabía pasado su infancia en diferentes hogares. Aparte de eso, todo lo que Jennahabía sido capaz de decirle sobre Holt era que se había puesto en contacto con supadre hacía un año para pedirle un préstamo y su padre, impresionado por susproyectos, lo había contratado para evitar que algún día llegara a convertirse en uncompetidor.Carly también estaba convencida de que podría llegar a serlo. Lo primero quehabía pensado sobre él la noche anterior, cuando lo había conocido, era que tenía undominio absoluto sobre sí mismo. Aquel hombre le había causado una fuerteimpresión. Y todavía estaba intentando analizar por qué.En el momento en el que habían sido presentados y se habían estrechado lamano, había saltado la chispa entre ellos y, a partir de entonces, Carly se habíapasado la noche siendo completamente consciente de cada uno de los movimientosde Holt.Jenna lo había descrito como un hombre frío y calculador. Pero lo que suhermana consideraba frialdad, Carly lo interpretaba como la simple paciencia deldepredador. Y sospechaba que bajo la superficie, Holt no era, en absoluto, un hombrefrío. Como antropóloga, Carly había tenido que estudiar muchas culturas ypersonalidades, y había clasificado a Holt inmediatamente. Siglos atrás, habría sidoun gobernante. Pero no un remilgado aristócrata que hubiera heredado su trono, sinoun guerrero que se lo había ganado a su oponente.Un escalofrío le recorrió la espalda. Se abrochó la chaqueta y volvió a mirarhacia el edificio de apartamentos. En la tribu que había estado estudiando durantelos dos años anteriores, habría sido el jefe de los cazadores.Carly sacudió la cabeza, intentando apartar aquellos pensamientos de su mente.Lo que necesitaba era apuntalar su confianza, no destrozarla.Comenzó a caminar de nuevo. Desde un punto de vista lógico, Holt no teníaninguna razón para rechazarla como sustituta de su hermana. Jenna le había descritola situación con toda claridad. Para asegurarse de que el control de CarpenterEnterprises quedara en la familia, Calvin había organizado una serie de encuentrosprivados entre Holt, su sucesor, y su hija, con intención de organizar la futura unión.Todo estaba perfectamente preparado, firmado y garantizado. El viernes, cuando secelebrara la boda, Holt se convertiría en el jefe de la empresa y controlaría elcincuenta por ciento de las propiedades de la familia.El matrimonio también beneficiaría a la compañía. Cuando Calvin había tenidoque pasar por el quirófano, la empresa había sufrido un ligero bajón en el mercado,pero el anuncio del futuro matrimonio Cassidy-Carpenter, había hecho subir cincopuntos a la empresa en el mercado de valores. Así que había serias razones para queEscaneado por Jandra y Mariquiña y corregido por ParisNº Paginas 4-119Carolyn Andrews – El novio de otraHolt estuviera de acuerdo en seguir con los planes de boda a pesar de que en elúltimo momento hubiera cambiado la novia.¿Entonces a qué estaba esperando? Quería casarse y su hermana acababa deproporcionarle un novio. Lo único que tenía que hacer era convencer a Holt Cassidy.Carly advirtió de pronto que no eran sólo los pies los que tenía helados. Eratodo su cuerpo. De hecho, estaba completamente paralizada. Si no tomaba prontouna decisión, iba a morir congelada.Centrando toda su energía en los pies, cruzó la calle para acercarse de nuevohasta la puerta del edificio.No iba a fracasar. Lógicamente, Holt Cassidy no iba a decirle que no. Por lo quesabía de él, estaba convencida de que era un hombre razonable, con un claro objetivoen la vida. Quería dirigir Carpenter Enterprises en el siglo veintiuno. Si se casaba elviernes con ella, podría hacerlo sin ningún problema. Y probablemente sería unhombre suficientemente razonable como para permitirle mantener su independencia.No tendrían por qué renunciar a nada, se aseguró Carly. Tenía ya la mano a unoscentímetros del picaporte cuando sintió que alguien le tiraba de la mochila y tuvoque darse la vuelta.Se encontró frente a un muchacho que no debía de tener más de diecisiete años.Pero su mira da era tan dura como desesperada.—Tengo dinero en el bolsillo —le dijo Carly, comprendiendo al instante susintenciones—. Si sueltas la mochila, te lo daré —le ofreció, y comenzaron adisputarse la mochila.El joven no decía nada y Carly pensó en gritar, pero la calle estabaabsolutamente desierta.—Mira, no llevo dinero en la mochila. Suéltala y te daré todo lo que llevo en elbolsillo. Creo que tengo unos cincuenta dólares. Y te prometo que no llamaré a lapolicía —rápidamente, tiró de la mochila, pero sintió que el tirante se rasgaba. Eljoven comenzó a insultarla a gritos y ella tuvo que alzar la voz para hacerse oír—. ¡Sila sueltas, te daré mi cartera!Aquella vez, cuando el joven tiró, Carly estuvo a punto de perder el equilibrio.Pero entonces se oyó un grito que hizo que el muchacho volviera la cabeza, la soltaray saliera disparado corno un cohete.Carly perdió el equilibrio y terminó cayéndose en un charco, aferrada a sumochila. Sin soltarla, se sentó para tomar aire mientras el agua helada empapaba susropas. Incluso en aquella desconcertante situación, reconoció perfectamente alhombre que salía corriendo tras el muchacho. Se trataba de Holt Cassidy, vestido conun chándal negro. Sin traje y corbata parecía un hombre diferente. Se parecía más aun guerrero… En el momento en el que Holt asomó la cabeza de nuevo por laesquina, Carly estaba intentando levantarse.—¿Carly? ¿Qué estás haciendo aquí?Escaneado por Jandra y Mariquiña y corregido por ParisNº Paginas 5-119 [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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//-->El novio de otraCarolyn AndrewsEl Novio de Otra (1998)Título Original:Manhunting in Maniatan (1998)Editorial:Harlequín IbéricaSello / Colección:Súper Bianca 33Género:ContemporáneaProtagonistas:Holt Cassidy y Carly CarpenterArgumento:Después de haber pasado dos años estudiando las costumbres decortejo en un primitivo poblado, Carly Carpenter necesitaba un hombre…Así que cuando volvió a Nueva York para asistir a la boda de su hermana,estaba decidida a encontrarlo. Lo que no esperaba era que su hermana ya lehubiera escogido un novio… y mucho menos que fuera su prometido.Holt Cassidy, futuro presidente de Carpenter Enterprises, no estabaen absoluto ilusionado con su próxima boda, arreglada por cuestiones denegocios. Así que cuando su prometida se fugó con otro hombre, dio porroto el contrato. Pero Carly, la cautivadora y tentadora Carly, estabadecidida a sustituir a su hermana. Y Holt no sabía si iba a ser capaz deanteponer los negocios al placer.Carolyn Andrews – El novio de otraCapítulo 1Carly jamás le había hecho una propuesta de matrimonio a un hombre. Esa yaera razón suficiente para estar nerviosa. Y hundir el pie en un charco nada más salirdel taxi no podía decirse que fuera buena señal.Miró con el ceño fruncido su pie empapado. Carly Carpenter creía en ese tipode señales. Pero no lo suficiente como para permitir que dirigieran su vida. Cuadrólos hombros, enderezó la espalda, se ajustó la mochila y caminó con paso decididohacia la puerta del edificio en el que se encontraba el apartamento de Holt Cassidy.Tenía que ignorar los malos augurios y concentrarse en lo que debía hacer.—Convenceré a Holt Cassidy de que se case conmigo —dijo en voz alta. Si serepetía aquella afirmación suficientes veces, podría llegar a verla como algo más real.Y quizá incluso sucediera. Pero cuando estaba a medio metro del portal, sintióquebrarse la confianza que había conseguido apuntalar tan cuidadosamente duranteaquella noche de insomnio.¿De verdad pretendía llamar al apartamento de un hombre a las siete de lamañana y proponerle matrimonio? ¿Se habría vuelto loca?Era una pregunta que se le había pasado por la cabeza en más de una ocasión.Sobre todo desde que había llegado a la sorprendente conclusión de que deseabacasarse. Por supuesto, como antropóloga que era, estaba familiarizada con launiversal necesidad de los humanos de encontrar pareja. Pero durante mucho tiempose había creí do inmune a ella.No era que tuviera nada contra el matrimonio en general. Pero hacía ya tiempoque había decidido reducir su conocimiento sobre el mismo a un ámbito puramenteacadémico. Había perdido a su madre cuando sólo tenía quince años. Y habíaaprendido de primera mano lo que era educar a una niña de diez años y apoyar a supadre. Cuando otras jovencitas de su edad soñaban con el príncipe azul, ella soñabacon la independencia. Y después de haber tenido que posponer los estudiosuniversitarios, cuando había accedido a ellos, había llegado a la conclusión de que lavida académica le podía proporcionar todo lo que necesitaba.Hasta muy recientemente.Últimamente, había comenzado a sentirse inquieta. Al principio, lo habíajustificado diciéndose que tras dos años haciendo un trabajo de campo en la isla deManilai, estaba aburrida. Pero cuando había llegado la carta de su hermana Jennapidiéndole que fuera la dama de honor de su boda, aquella inquietud habíacristalizado en un sentimiento diferente. En los celos. Unos celos que la habíandejado perpleja.¿Qué demonios le ocurría? Acababa de cumplir treinta años. Quizá su relojbiológico estuviera dando la voz de alarma. O quizá, al vivir en una pequeña isla delos Mares del Sur estudiando las costumbres matrimoniales hubiera terminadocontagiándose de la necesidad de buscar una pareja.Escaneado por Jandra y Mariquiña y corregido por ParisNº Paginas 2-119Carolyn Andrews – El novio de otraEn cuanto llegó al portal, se miró en el reflejo de la puerta de cristal y sacudió lacabeza. Shakespeare siempre culpaba de todo a la locura lunar. Quizá así se pudierajustificar que estuviera a punto de proponerle matrimonio al prometido de suhermana.Cuando Jenna había llamado a la puerta de su habitación en medio de la nochey le había confesado que pensaba plantar a Holt Cassidy y fugarse con su verdaderoamor, Carly había deseado que aquello fuera una pesadilla. Pero no lo era. Y aunqueJenna se había negado a revelar tanto el nombre de su amante como el lugar al quepensaban ir, había descrito sin ahorrarse detalles el papel que le correspondíarepresentar a su hermana en aquel drama.Carly todavía veía a Jenna, sentada a los pies de su cama, irradiando felicidad ydiciéndole que en vez de ser la dama de honor el viernes de aquella misma semana,iba a ser la sustituta de la novia.Lo había dicho con una tranquilidad pasmosa. Y lo peor de todo era que Carlyse había mostrado de acuerdo con su plan.Evidentemente, se había llevado una fuerte impresión. Todavía estaba enestado de shock. Esa era la razón por la que tenía los pies fríos y le temblaban lasmanos.En ese momento, comprendía perfectamente a su hermana. Al igual que ella,deseaba, más que ninguna otra cosa en el mundo, salir huyendo de allí. Pero no parairse de luna de miel. No, a ella le bastaría con tomar un taxi, volver a su casa ymeterse en la cama hasta que alguien la despertara de aquel horrible sueño. Pero esono iba a suceder.Estuviera o no en estado de shock, iba a ocupar el lugar de su hermana. Lassituaciones desesperadas requerían de soluciones desesperadas. Pero antes demeterse en la boca del lobo, convendría que revisara su estrategia.Así que dio media vuelta, cruzó la calle y se acercó hacia la esquina, desde laque podía contemplar una hermosa vista del río Hudson. Viviendo en la isla habíaaprendido que la vista del agua ayudaba a pensar. Holt debía de tener una vistaexcelente del río desde su apartamento situado en el decimoquinto piso. Por uninstante, mientras contemplaba la bruma gris que se elevaba del agua, Carly tuvo lasensación de estar contemplando su propio futuro.Era ridículo. Tenía que hacer lo que le había prometido a Jenna. Al fin y al cabo,era la solución para los problemas de su familia. Carly no pudo evitar que asomara asus labios una sonrisa al pensar en Calvin Carpenter, su padre. Había convertido unmodesto negocio de infusiones y bebidas en Carpenter Enterprises, una exitosacadena de alimentos sanos y naturales.Carly se metió las manos en los bolsillos y comenzó a caminar de nuevo. Si sumadre no hubiera muerto, las cosas serían diferentes. Su padre no habría tenido quecombatir la tristeza dedicándose por entero a los negocios. Con menos presión,posiblemente se habría librado de la operación a corazón abierto a la que había sidosometido seis meses atrás. Y Jenna no tendría que haber aceptado un matrimonio deconveniencia para asegurar el futuro de Carpenter Enterprises.Escaneado por Jandra y Mariquiña y corregido por ParisNº Paginas 3-119Carolyn Andrews – El novio de otraPero pensar en ello no iba a resolver sus problemas. El hecho era que el médicole había aconsejado a su padre que cediera las riendas de la empresa, y la personamás indicada para tomarlas era Holt Cassidy.Por lo que Jenna decía, el pasado de Holt era un misterio. Calvin había dejadocaer en una ocasión que Holt se había quedado huérfano a los cuatro años y quehabía pasado su infancia en diferentes hogares. Aparte de eso, todo lo que Jennahabía sido capaz de decirle sobre Holt era que se había puesto en contacto con supadre hacía un año para pedirle un préstamo y su padre, impresionado por susproyectos, lo había contratado para evitar que algún día llegara a convertirse en uncompetidor.Carly también estaba convencida de que podría llegar a serlo. Lo primero quehabía pensado sobre él la noche anterior, cuando lo había conocido, era que tenía undominio absoluto sobre sí mismo. Aquel hombre le había causado una fuerteimpresión. Y todavía estaba intentando analizar por qué.En el momento en el que habían sido presentados y se habían estrechado lamano, había saltado la chispa entre ellos y, a partir de entonces, Carly se habíapasado la noche siendo completamente consciente de cada uno de los movimientosde Holt.Jenna lo había descrito como un hombre frío y calculador. Pero lo que suhermana consideraba frialdad, Carly lo interpretaba como la simple paciencia deldepredador. Y sospechaba que bajo la superficie, Holt no era, en absoluto, un hombrefrío. Como antropóloga, Carly había tenido que estudiar muchas culturas ypersonalidades, y había clasificado a Holt inmediatamente. Siglos atrás, habría sidoun gobernante. Pero no un remilgado aristócrata que hubiera heredado su trono, sinoun guerrero que se lo había ganado a su oponente.Un escalofrío le recorrió la espalda. Se abrochó la chaqueta y volvió a mirarhacia el edificio de apartamentos. En la tribu que había estado estudiando durantelos dos años anteriores, habría sido el jefe de los cazadores.Carly sacudió la cabeza, intentando apartar aquellos pensamientos de su mente.Lo que necesitaba era apuntalar su confianza, no destrozarla.Comenzó a caminar de nuevo. Desde un punto de vista lógico, Holt no teníaninguna razón para rechazarla como sustituta de su hermana. Jenna le había descritola situación con toda claridad. Para asegurarse de que el control de CarpenterEnterprises quedara en la familia, Calvin había organizado una serie de encuentrosprivados entre Holt, su sucesor, y su hija, con intención de organizar la futura unión.Todo estaba perfectamente preparado, firmado y garantizado. El viernes, cuando secelebrara la boda, Holt se convertiría en el jefe de la empresa y controlaría elcincuenta por ciento de las propiedades de la familia.El matrimonio también beneficiaría a la compañía. Cuando Calvin había tenidoque pasar por el quirófano, la empresa había sufrido un ligero bajón en el mercado,pero el anuncio del futuro matrimonio Cassidy-Carpenter, había hecho subir cincopuntos a la empresa en el mercado de valores. Así que había serias razones para queEscaneado por Jandra y Mariquiña y corregido por ParisNº Paginas 4-119Carolyn Andrews – El novio de otraHolt estuviera de acuerdo en seguir con los planes de boda a pesar de que en elúltimo momento hubiera cambiado la novia.¿Entonces a qué estaba esperando? Quería casarse y su hermana acababa deproporcionarle un novio. Lo único que tenía que hacer era convencer a Holt Cassidy.Carly advirtió de pronto que no eran sólo los pies los que tenía helados. Eratodo su cuerpo. De hecho, estaba completamente paralizada. Si no tomaba prontouna decisión, iba a morir congelada.Centrando toda su energía en los pies, cruzó la calle para acercarse de nuevohasta la puerta del edificio.No iba a fracasar. Lógicamente, Holt Cassidy no iba a decirle que no. Por lo quesabía de él, estaba convencida de que era un hombre razonable, con un claro objetivoen la vida. Quería dirigir Carpenter Enterprises en el siglo veintiuno. Si se casaba elviernes con ella, podría hacerlo sin ningún problema. Y probablemente sería unhombre suficientemente razonable como para permitirle mantener su independencia.No tendrían por qué renunciar a nada, se aseguró Carly. Tenía ya la mano a unoscentímetros del picaporte cuando sintió que alguien le tiraba de la mochila y tuvoque darse la vuelta.Se encontró frente a un muchacho que no debía de tener más de diecisiete años.Pero su mira da era tan dura como desesperada.—Tengo dinero en el bolsillo —le dijo Carly, comprendiendo al instante susintenciones—. Si sueltas la mochila, te lo daré —le ofreció, y comenzaron adisputarse la mochila.El joven no decía nada y Carly pensó en gritar, pero la calle estabaabsolutamente desierta.—Mira, no llevo dinero en la mochila. Suéltala y te daré todo lo que llevo en elbolsillo. Creo que tengo unos cincuenta dólares. Y te prometo que no llamaré a lapolicía —rápidamente, tiró de la mochila, pero sintió que el tirante se rasgaba. Eljoven comenzó a insultarla a gritos y ella tuvo que alzar la voz para hacerse oír—. ¡Sila sueltas, te daré mi cartera!Aquella vez, cuando el joven tiró, Carly estuvo a punto de perder el equilibrio.Pero entonces se oyó un grito que hizo que el muchacho volviera la cabeza, la soltaray saliera disparado corno un cohete.Carly perdió el equilibrio y terminó cayéndose en un charco, aferrada a sumochila. Sin soltarla, se sentó para tomar aire mientras el agua helada empapaba susropas. Incluso en aquella desconcertante situación, reconoció perfectamente alhombre que salía corriendo tras el muchacho. Se trataba de Holt Cassidy, vestido conun chándal negro. Sin traje y corbata parecía un hombre diferente. Se parecía más aun guerrero… En el momento en el que Holt asomó la cabeza de nuevo por laesquina, Carly estaba intentando levantarse.—¿Carly? ¿Qué estás haciendo aquí?Escaneado por Jandra y Mariquiña y corregido por ParisNº Paginas 5-119 [ Pobierz całość w formacie PDF ]